No hubo piba tan hermosa
Desde el Bajo a la Barranca,
Como aquella que llegaba
Y se iba con el sol.
Del taller fue la hormiguita
Laboriosa, alegre y franca,
Que a la aurora le robaba
Todo el «rouge"de su arrebol.
Más de un guapo prepotente
Hizo ronda en su ventana,
Quién la viera, los domingos
Hacer guardia en el portón.
Esperando, presintiendo
Y ostentando muy ufana,
Un jazmín prendido al pecho
Custodiando al corazón.
Culpa fue de aquel soñado
Malandrín de sus amores,
Que diciendo «triunfo"él sólo
Las cuarenta le acusó.
Doctorado en amoríos
Le hizo ver los esplendores,
De otra vida y de otro mundo
Y ella, ciega, sonrió.
Él le dijo: «Margarita
del suburbio tan lozana,
sos la estampa más porteña
de Griseta y de Mimí.»
Y en el pecho tembloroso
De la reina suburbana,
Un jazmín agonizaba
Cuando ella dijo: «Sí…»
Él le dijo: «Margarita
del suburbio tan lozana,
sos la estampa más porteña
de Griseta y de Mimí.»
Y en el pecho tembloroso
De la reina suburbana,
Un jazmín agonizaba
Cuando ella dijo: «Sí…»