espués de salir en nuestra última noche nos despedimos conun brillo en los ojos.
Me dijo por primera vez la verdad con toda su calma y sin piedad:
«Ya no te quiero, pobre cariño, fuiste un muñeco, mi marioneta»
y mientras las lágrimas llenaban mis ojos le empecé a rogar:
una vez más, una vez más, déjame besar tus labios una vez más.
Una vez más, una vez más, déjame sentir tu cuerpo una vez más.
Fue un engaño, una mala broma lo que me dijo sobre su amor,
mientras se iba mi mente rogaba que fuese mentira lo que fue su adiós…